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martes, 26 de febrero de 2013

Claudio Miranda, el Oscar latinoamericano


Claudio Miranda, el Oscar latinoamericano

Lunes, 25 de febrero de 2013

Chile fue el país latinoamericano que llegó con más opciones a la entrega número 85 de los Oscar de Hollywood: dos nominaciones, la más visible en la categoría mejor filme en lengua extranjera y otra, menos comentada, en el rubro fotografía.
La cinta "No", de Pablo Larraín, no tuvo suerte: competía con "Amour", la austríaca favorita en casi todos los pronósticos. En cambio, el mérito por cinematografía fue a manos chilenas: a las de Claudio Miranda.
El cineasta fue galardonado por su trabajo en la visualmente notable -y bella- "La vida de Pi" (traducida como "Una aventura extraordinaria" en algunos países latinoamericanos), que resultó la de mejor cosecha de la noche, con cuatro estatuillas incluida la de mejor director para Ang Lee.
"Esta película fue una 'bestia' grande. La hicimos y lo que tuvo de bueno fue que todos estuvimos allí, apoyándola totalmente. Yo estaba totalmente metido con Ang y con el bello mundo que creamos", señaló el chileno, en su nervioso discurso de aceptación.
La tarea fue titánica, coinciden quienes tomaron parte en la producción: a Lee le dijeron que la película sobre un adolescente que sobrevive a un naufragio en la sola compañía de un tigre de Bengala era simplemente irrealizable.
Pero el taiwanés no se dio por vencido: anduvo "con la angustia encima" -según dijo a los periodistas tras el Oscar- por varios años hasta dar con la receta visual para poner en pantalla esta "historia de base filosófica y de producción carísima: una receta poco recomendable y bastante peligrosa".
Y en esa apuesta, Miranda jugó un papel fundamental: su labor de fotógrafo fue la de pensar, cuadro a cuadro, cómo llevar a la pantalla la novel de Yann Martel, publicada en 2001 y convertida en best-seller, sobre la que se basa "La vida de Pi".
"Lo que más me gusta es hacer equipo con un director (como Lee) con el que nos estemos desafiando uno al otro, empujándonos para ir más y más lejos. Y eso no ocurre todas las veces", reveló el chileno-estadounidense.

Más desafíos

Con su pelo lacio y rubio ceniza hasta por debajo de los hombros, Miranda no es un primerizo en las lides del Oscar: ya había sido nominado en 2008 por "El curioso caso de Benjamin Button", que protagonizó Brad Pitt junto a Cate Blanchett.
Por entonces le ganó "Slumdog Millonaire", elegida también mejor película de aquella edición del Oscar.
Esta vez, el chileno se aseguró los festejos: recibió el galardón de manos del elenco completo de "Los vengadores" y puso a danzar a su propio padre.
"Mi papá estuvo bailando. Me está enviando buenas energías (desde Chile), y por lo visto ha funcionado", contó ante los periodistas en el detrás de escena, con su estatuilla en mano y un poco más relajado que como se lo vio sobre el escenario del Teatro Dolby.
Miranda salió de Chile, su país natal y el de su padre, con apenas un año y desde entonces ha vivido en Europa y Estados Unidos. Su madre es mitad danesa ("y se ofendería si no menciono ese costado también", acotó) y, como consecuencia del exilio, él casi no entiende español.
"Pero es fantástico ser un poco de Chile también. Me alegro de que mi padre esté allá en el sur y esté celebrando, me alegró el premio por él", señaló el fotógrafo, de 47 años, que en el discurso dedicó el triunfo a su esposa y a su hija.
Su condecoración dejó en el camino a sus colegas de "Django sin cadenas", "Anna Karenina", "Lincoln" y "Skyfall" (cuyo encargado de cinematografía, Roger Deakins, ha sido nominado diez veces pero nunca ganó un Oscar).

Ahijado de Fincher

Los pasos de Miranda en el cine comercial han sido los de muchos que buscan abrirse camino en Hollywood: comenzó como asistente y electricista y en un pequeño estudio, bajo la mirada del director David Fincher.
Cuando ascendió a gaffer (como se llama en la jerga al jefe de electricistas de un rodaje), pasó por "Seven" (1995), la cinta sobre un asesino serial basada en los siete pecados capitales protagonizada por Brad Pitt y Morgan Freeman. Y por "El juego", con Michael Douglas, y "El club de la pelea", hasta convertirse en fotógrafo suplente en "Zodiac", en 2007, todas bajo la dirección de su "padrino" del cine.
Con Fincher también hizo "El curioso caso de Benjamin Button", destacada por el uso de recursos digitales.
Pero, según dice, nada se equipara con el desafío técnico que le impuso "La vida de Pi".
"No se puede poner a un niño junto con un tigre en un bote. Nunca. Sabes que vas a estar en manos de los encargados de efectos visuales para que pongan el tigre allí… y rogar para que no se vea como un dibujo animado", indicó Miranda.
Para salvaguardar el trabajo del fotógrafo, el equipo de efectos especiales hizo su parte con altura: tanto, que la Academia le dio también el Oscar en la categoría.

Océano

Recrear el océano Pacífico -donde el joven Pi, hijo de un cuidador de zoológico de India, pierde a su familia en un naufragio y queda a la deriva con un tigre de nombre Richard Parker- requirió acondicionar un tanque de agua gigantesco en un aeropuerto abandonado de Taiwán, donde Lee filmó gran parte de su producción.
Era el único modo -explica Miranda- de controlar la luz y el movimiento de las olas ficticias, para crear escenas de mar calmo o tormentoso según lo requiriera el guión.
"Queríamos crear una sensación de inmersión. Es difícil porque al trabajar el agua con efecto 3D nos preocupaba que la gente se mareara (por la sensación visual de movimiento del bote). Muchas decisiones de edición se hicieron buscando que los espectadores sintieran menos náuseas", detalló el cineasta.
Lee señaló que fue precisamente la experiencia de Miranda en el cine tridimensional, que ya había plasmado en la futurista "Tron: El legado" dos años antes, lo que lo llevó a convocarlo, así como su trabajo digital para a narración de Benjamin Button.
"Yo pensé que 'Pi' iba a ser un filme más pequeño de lo que resultó al final", señaló el chileno-estadounidense ante los medios, entre los que se contaba BBC Mundo.
Es que, para la producción, no escatimaron en desafíos: el fotógrafo recuerda particularmente una escena que fue "una locura", en la que la iluminación se hizo con unas 50.000 velas, que tuvieron que ser encendidas por unas 2.000 personas del equipo de producción.
Ahora, con el Oscar en su haber, Miranda no descarta abrazar un proyecto a pequeña escala, quizás a modo de descanso. Y habla sobre la posibilidad de ir a Chile.
"Tengo dos proyectos que son un poco urgentes y que culminarán por 2015, así que puede ser difícil. Pero realmente me encantaría bajar a Chile y hacer algo pequeño, un poco más intimista. Es un objetivo que me pongo a mí mismo", prometió el flamante ganador del Oscar.




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